La onicofagia, más conocida como morderse las uñas, es una práctica o manía que muchas personas llevan a cabo sin pensar en las consecuencias. El estrés o el nerviosismo pueden llevar a este hábito, en ocasiones, inconsciente. A pesar de que puede parecer inofensiva, la onicofagia tiene implicaciones significativas para la salud, especialmente en el ámbito bucodental.
Consecuencias de la onicofagia
Uno de los principales problemas asociados con la onicofagia es el daño físico a los dientes. Al morderse las uñas, se ejerce una presión constante sobre los incisivos. Estos están diseñados para cortar alimentos blandos y no para soportar la fuerza repetitiva de morder las uñas. Esta práctica puede llevar al desgaste prematuro de los dientes, provocando microfracturas y astillamientos. En casos severos, puede incluso alterar la alineación dental, causando problemas de mordida que requerirán intervención ortodóntica.
Otro problema relacionado es el desgaste del esmalte dental. El esmalte es la capa protectora más externa de los dientes y morderse las uñas puede desgastarla gradualmente. Una vez que el esmalte se daña, la dentina subyacente queda expuesta, lo que puede llevar a una mayor sensibilidad dental. Con ello, también se incrementa el riesgo de desarrollar caries, ya que los dientes pierden una de sus principales defensas contra los ácidos y bacterias.
Además del daño estructural a los dientes, la onicofagia también puede causar problemas en las encías. Las uñas y los dedos pueden introducir bacterias en la boca, las cuales pueden asentarse en las encías y causar inflamación o gingivitis. Las encías irritadas y sangrantes son más susceptibles a infecciones, y este riesgo se incrementa aún más si consideramos que las manos y uñas están constantemente expuestas a diversos patógenos.
El paso de bacterias y gérmenes desde las uñas a la boca es otro aspecto preocupante de la onicofagia. Nuestras uñas son refugio de numerosas bacterias y otros microorganismos que pueden causar infecciones orales y sistémicas. Al morderse las uñas, estos patógenos pueden ingresar fácilmente a nuestro sistema, causando infecciones en la boca, la garganta e incluso en otras partes del cuerpo. En casos extremos, esta práctica puede facilitar la propagación del virus del herpes simple, causando brotes de herpes labial.
¿Cómo abandonar este hábito?
Dejar de morderse las uñas puede ser muy difícil, pero es esencial para proteger nuestra salud bucodental. Algunas estrategias efectivas incluyen mantener las uñas cortas y bien cuidadas, pues reduce la tentación de morderlas. Aplicar esmaltes de uñas con sabor amargo también puede erradicarlo. Identificar y manejar los desencadenantes emocionales, como el estrés y la ansiedad, es crucial. Para ello, practica técnicas de relajación, como la meditación o el yoga; te ayudará a reducir la necesidad de morderse las uñas en momentos de tensión.
En casos más severos, buscar el apoyo de un profesional puede ser la mejor solución. Los terapeutas pueden trabajar contigo para tratar la onicofagia y desarrollar estrategias personalizadas para superarla. La intervención de un dentista también es necesaria para reparar el daño ya causado. Así como para recibir orientación sobre cómo prevenir futuros problemas dentales.
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