El uso de antibióticos es muy común en el mundo de la odontología por cuestiones profilácticas o terapéuticas.
Las principales situaciones que se ven asociadas al uso de antibióticos por estas cuestiones son las cirugías, implantes, extracción de muelas del juicio, determinadas fases de la enfermedad periodontal y las endodoncias, ya sean por infecciones asociadas o por la prevención de estas.
En las infecciones, el tratamiento antibiótico debe ser inmediato debido a que la mayoría de las infecciones bucales son de rápida progresión.
Tratamiento antibiótico
En odontología son bien conocidos los microorganismos y bacterias implicados en las principales infecciones. Por lo tanto, la selección del antibiótico suele recaer sobre los medicamentos de reconocida eficacia contra las especies comúnmente aisladas del proceso infeccioso.
Entre los más recetados tenemos a la amoxicilina, la azitromicina, la clindamicina o el metronidanzol.
Consecuencias del uso inadecuado de antibióticos
La prescripción de antibióticos tiene como fundamento principal evitar la propagación de la infección, reducir el dolor y acelerar la recuperación.
En realidad los antibióticos deberían recetarse en caso de manifestaciones claras de dolor agudo e inflamación prolongada. También pueden ser prescritos a pacientes inmunodeprimidos, con enfermedades congénitas cardíacas o con historial de enfermedades infecciosas.
Es de suma importancia que el antibiótico siempre sea pautado por un profesional en función de cada caso, historial médico, alergias y correcta dosificación. Es fundamental que estas pautas se sigan correctamente y se informe al profesional de cualquier alteración.
Un uso injustificado, sin prescripción o sin la pauta adecuada puede simplemente favorecer e incrementar las ya famosas y cada vez más generalizadas resistencias a antibióticos.