Es más que probable que los colmillos de Dracula te hayan causado más de una pesadilla. Antes de que en Halloween te disfraces de este personaje alterando tu sonrisa, no estaría de más que conocieras cuál es el origen de sus ya característicos dientes.
¿Tenía colmillos el personaje histórico Dracula?
Sí, pero no tan pronunciados. Vlad Drăculea, más conocido como «El empalador», fue el sanguinario príncipe de Valaquia (en el sur de Rumanía) durando, desde 1456, seis años en su cargo. Fue asesinado por los turcos y el lugar donde se enterró sigue siendo una incógnita.
Fue Bram Stoker el escritor que, inspirándose en la vida del personaje, creó al conde Drácula. Curiosamente, en la novela se hace hincapié en que el aristócrata era un vampiro amante de chupar la sangre de cualquier persona directamente de la yugular, pero no se hace alusión alguna al tamaño de sus dientes. No fue hasta 1953 cuando en Turquía llevaron a la gran pantalla esta historia en la que el personaje principal aparece con el tipo de dientes ya conocido.
Una versión mejorada de esta primera película fue protagonizada cinco años después por Chistopher Lee que, por supuesto, también lucía unas piezas dentales considerables para que el espectador distinguiera cuándo se había convertido en vampiro. Además, el actor protagonizó en una larga serie de películas al personaje convirtiéndolo en uno de los pilares del éxito de su carrera. Por supuesto, en todas las ocasiones llevaba el clásico colmillo.
Por lo tanto, si hoy en día identificas a Drácula con estos dientes, has de saber que fue un recurso que utilizaron los directores de cine para añadirle una pincelada más terrorífica al protagonista. Pero, curiosamente, esta decisión no se tomó en las primeras películas que se hicieron sobre Drácula o sobre vampiros en general.
¿Vampiros sin dientes pronunciados?
En la década de los años 20 del pasado siglo, el actor Bela Lugosi se convirtió en el primer Drácula de la historia del cine. Su dentadura era totalmente normal. Las versiones cinematográficas de la misma época en las que aparece Nosferatu, otro vampiro, muestran a un personaje con incisivos con un tamaño algo mayor, pero con problemas de edentulismo.
El efecto óptico de dos dientes amenazantes de gran tamaño ha logrado convertirse casi en el rasgo más característico tanto de Drácula como de otros vampiros más modernos como los de True Blood, aunque en este último caso se apostó por el uso de dos dientes terroríficos, pero colocados al lado de los incisivos.
Lo que sí parece evidente es que unos incisivos afilados provocan el pánico entre los espectadores de cualquier película de terror. El cine es, por lo tanto, el verdadero culpable de que cuando los veas pienses en Drácula de forma casi inmediata y automática.
Por lo tanto, de ti depende usar, o no, colmillos cuando te disfraces de Drácula en Halloween. Sirva la información anterior para que conozcas mejor el origen real del uso de tan terroríficos dientes postizos que siguen siendo los protagonistas de los peores sueños de los amantes de las películas de vampiros.